Cuando hablamos de volcanes, quizás te pase que te acuerdes de forma automática de los videos de erupciones virales en internet o las películas que muestran cómo la lava se lleva todo lo que encuentra por delante. Este fenómeno que genera tanto asombro como miedo, nos hace pensar en los volcanes como algo lejano de visitar o difícil de alcanzar.
No solo no hay que temerles a los volcanes de los que te vamos a contar hoy, sino que en Argentina no son para nada inalcanzables. En la provincia de Mendoza existe un paraíso, un lugar donde se combinan colores y piedras de todo tipo, que estamos seguros que te van a maravillar tanto como a Gladis, nuestra bloggera en esta nota.
Este es su relato en primera persona. Va a ser muy difícil que después de leer la nota no te dan ganas de viajar a conocer La Payunia mendocina.
La llegada
Viajo por el país desde hace años y este destino estaba en mi lista de lugares del país que sí o sí hay que conocer. Después de leer que está en la lista para ser declarada por la UNESCO Patrimonio Natural de la Humanidad, el deseo aumentó.
Llegamos a Mendoza entusiasmados por conocer un lugar enigmático ubicado al sur de la provincia. Muy temprano a la mañana, apenas amanece, comienza la travesía hacia la Reserva Natural La Payunia. Está ubicada a 130 km de Malargûe, provincia de Mendoza. Se accede a través de la Ruta 40 y luego las rutas 186 y 181.
El recorrido
En el recorrido nos acompaña la guía Stella, una experta conocedora de la Geografía e Historia del lugar. Los caminos de la reserva son muchísimos por eso es necesario realizarlos con guías habilitados por la Secretaría de Turismo.
Al llegar, el paisaje en su totalidad nos dejó sin palabras: extensas planicies de lava negra formada por pequeñas piedras volcánicas llamadas lapilli, la vegetación es escasa, solo el amarillo de los coirones predomina, pero los protagonistas absolutos son los más de ochocientos volcanes diseminados por toda el área con colores oscuros, ocres y rojizos. Los más destacados son el Payún Matrú, el Morado y el Payún Liso. Enmarcan todo esto un cielo celeste y un viento que no cesa. Un paisaje surrealista, el desierto negro.
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Las actividades
Estar tan cerca de volcanes, de sus cráteres, grietas, cárcavas y de las consecuencias de sus erupciones de hace miles de años no es algo de todos los días. Hacer trekking por estos lugares de ensueño es una experiencia indescriptible. Todos volvimos sintiéndonos un poquito vulcanólogos.
Además, se puede disfrutar de los ricos chivitos malargûinos y de los exquisitos vinos mendocinos, siempre acompañados de la calidez y amabilidad de los locales.