El joven Charles Robert Darwin tenía 22 años cuando comenzó su viaje por Argentina a bordo del buque británico Beagle. La nave estaba al mando del capitán Robert FitzRoy (tras quien se nombró el famoso cerro en Santa Cruz) y tenía el objetivo de cartografiar las costas de la Patagonia con mayor precisión.
En principio se comenta que estimaban un viaje de dos años, sin embargo terminaron por ser cinco, desde el 27 de diciembre de 1831 al 29 de octubre de 1836. Además de esto, hay que contar los 20 días que le llevó el viaje a Mendoza desde Chile, en el que atravesó la Cordillera de Los Andes. Algunos historiadores estiman, a partir de los datos de su estado de salud en la vejez (cardiopatías y malestares generales), que Darwin fue picado por vinchucas en esta provincia y contrajo el mal de Chagas.
Tanta fue la información que recolectó que redactó con ella ocho de los veintiún capítulos de su Diario de viaje, en el que se refiere a Argentina. Uno de sus comentarios debería enorgullecer a las personas oriundas de Santa Fe: ?(?) cruzamos Coronda, los admirables jardines que la rodean hacen de ella uno de los pueblos más bonitos que he visto en mi vida?. El famoso investigador se trasladó por diferentes puntos de nuestro país, aunque dicen que de donde extrajo mayor cantidad de datos fue en los acantilados de Punta Alta, provincia de Buenos Aires. Hay quienes afirman que lo descubierto en esta localidad fue "fundamental" para el desarrollo de su teoría de la evolución.
"No sólo encontraba especímenes nuevos para la ciencia, sino que advertía la importancia conceptual de reconocer que (estos mamíferos extintos) tenían parientes entre los animales vivos del presente y de la misma región", acotó el doctor en zoología y líder de investigación del NHM, Adrian Lister y parte del grupo de investigadores del Museo de Historia Natural de Londres (NHM) en una disertación (2019) sobre el naturalista británico, en el Centro Cultural de la Ciencia.
Además, Darwin descubrió géneros animales desconocidos hasta entonces. Por ejemplo, el Mylodon Darwini -un perezoso gigante -, el Gliptodonte -un armadillo gigante- y el Toxodonte -una mezcla de hipopótamo y rinoceronte. También demostró que los caballos no llegaron con los españoles, sino que, por el contrario, habían existido en nuestras tierras antes de extinguirse. Esto lo puso deducir a partir del hallazgo de dientes fosilizados en la ciudad de Paraná.
Pero Argentina no fue solo una pieza fundamental en la teoría de la evolución para Darwin, también le aportamos algo invaluable de nuestra cultura, un rito que practicamos con devoción: el mate. Se comenta que su hijo Francis hizo la siguiente postulación: ?le he oído hablar del gran consuelo que suponía un mate y un cigarrillo cuando descansaba después de una larga cabalgada y le era imposible conseguir algo de comer durante algún tiempo??.